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Ducha Romana

La Ducha Romana o Emetofilia

Ya sabemos que el sexo puede ser muy variado y que la gente, a la hora de follar o de disfrutar de él, tiene gustos muy distintos. Lo que a mí me puede poner completamente cachondo a ti puede dejarte frío como un témpano de hielo. Y viceversa. Por eso, dicen, el mundo es mundo. Hay quien se pone verraco perdido pensando en una gordita culona y tetuda, hay quien se masturba compulsivamente imaginando que lame el pie de su actriz favorita, hay quien se vuelve loco de deseo al contemplar a una flaquita, hay quien necesita que le pongan pinzas en los pezones para retorcerse de placer y hay quien, aunque parezca extraño, encuentra excitante el acto de vomitar, de ver vomitar o de que, directamente, les vomiten encima.

A ese acto, al de ser vomitado o vomitar encima de alguien con intención erótica, se le conoce con el nombre de ducha romana. ¿Por qué? Porque se cree que en las bacanales de la Antigua Roma quienes participaban en ellas se provocaban el vómito para, así, poder seguir comiendo más.

Sea cierto o no el origen del nombre, lo cierto es que esta práctica sexual tiene una denominación científica. Esa denominación es la de emetofilia y con ella se nombra lo que se considera una parafilia, es decir, una práctica en la que el placer se obtiene mediante una actividad diferente a la tradicional cópula.

Si se indaga en la historia de esta parafilia se verá que fue en 1982 cuando se empezó a hablar de ella. Quienes la han estudiado afirman que el emetofílico experimenta excitación sexual al encontrar una profunda carga erótica en la secuencia de espasmo, expulsión y alivio que acompaña al vómito.

Quienes aman la ducha romana de forma activa (es decir: los que gozan potando y, sobre todo, potando sobre otros) hablan de una excitante "palpitación del esófago" y lo comparan en cierta medida con la práctica de la eyaculación corporal o facial o, si es una práctica grupal, con el bukkake, esa práctica sexual en la que varios hombres eyaculan a la vez o sucesivamente (es difícil coordinar el orgasmo de varias personas) sobre el rostro de una mujer.

Emetofilia

Tipos de emetofilia

Los estudios que se han efectuado sobre esta parafilia han determinado que la excitación emetofílica puede obtenerse de distintas maneras:

  • Viendo a alguien vomitar.
  • Vomitando uno mismo.
  • Provocando el vómito de alguien.
  • Vomitando sobre alguien.
  • Vomitando sobre los órganos sexuales propios o de otra persona.
  • Escuchando el vómito de alguien.
  • Vomitando en la boca de alguien.

Dominación y sumisión en la ducha romana

El potar encima de alguien puede ser considerado, en cierta medida, una modalidad de práctica de Dominación. El que te guste que te poten encima, por el contrario, se relaciona con prácticas de sumisión. Quien recibe el vómito de otro y, en muchas ocasiones, es obligado a tragárselo, experimenta, sin duda, una sensación de humillación que hace que la ducha romana pueda ser considerada, en gran medida, un juego sexual propio de las prácticas BDSM.

En cualquier caso, tanto en una situación como en otra, tanto si se es la parte pasiva (la que recibe el vómito) como si se es la parte activa (la que echa la pota) es absolutamente necesario que aparezca el vómito. Pero el vómito no es algo que brote así como así. Quien vomita es porque está enfermo o porque, repentinamente, siente un ataque de náuseas provocado por algo desagradable. Para practicar la ducha romana, pues, hay que inducir el vómito. Hay que provocarlo.

¿Cómo? Hay quien gusta de provocar el vómito de la amante con los dedos y hay quien habla de cómo la práctica de la garganta profunda o de la follada de boca puede ser una excelente manera de hacer que la otra persona vomite para, así, poder llegar a la ducha romana. Meter la polla con dureza hasta el fondo de la garganta y empujando una y otra vez con ella es una manera muy efectiva de provocar el reflejo de las náuseas que, tarde o temprano, harán que la persona que es follada dura y bucalmente pote.

Vomitar

Excitación y repugnancia

Según los sexólogos, esta práctica sexual de la que estamos hablando guarda, en el fondo, más de un paralelismo con la lluvia dorada, el copro o aquellas prácticas erótico-parafílicas en las que, de una forma u otra, intervienen las heces y la orina. En unas y en otras se produce un cruce o, cuanto menos, una cercanía, entre la lujuria y la repugnancia. Es en ese punto de contacto o cruce donde los amantes de la ducha romana encuentran el placer. Es así, sorprendentemente para los que no comparten el gusto por esta parafilia, donde hallan la excitación quienes sí lo hacen.

Como toda práctica sexual extrema, la ducha romana no es una práctica que las trabajadoras sexuales acostumbren a incluir entre sus servicios, aunque siempre es posible encontrar a alguna prostituta de lujo que la incluya.

Como sucede con todos los fetichismos y parafilias, el encontrar un nexo directo entre vómito y excitación sexual solo debe ser considerado verdaderamente grave si la persona que siente atracción por esta práctica sexual solo puede excitarse sexualmente de ese modo y si única y exclusivamente concibe las relaciones sexuales cuando incluyen este tipo de práctica.

En cualquier caso, no es aconsejable la práctica recurrente de la ducha romana. Potar de forma habitual es malo principalmente para el esófago y para el estómago, pero también para los dientes y las encías. El vómito recurrente, además, provoca la pérdida de agua y de electrolitos.

Vómitos