Es muy difícil que en el sexo se den las relaciones de igual a igual. Siempre hay una de las partes que es la dominante, la que marca el ritmo, la que lleva la iniciativa, la que propone nuevas prácticas, la que siempre quiere ir un poquito más allá. Tradicionalmente se ha reservado ese papel al hombre. La cultura ha hecho que el sexo sea visto, durante mucho tiempo, como algo al servicio del placer masculino. Por fortuna, esa visión ha ido cambiando con el tiempo, y cada vez son más los hombres que han ido adquiriendo conciencia de que el sexo existe para que lo gocen las dos partes. La progresiva liberación de la mujer ha permitido este cambio. Por eso ya no es tan extraño, culturalmente hablando, ver y concebir a una mujer tomando la iniciativa en la cama. La mujer ya no espera la orden de un hombre para realizar una felación si su deseo le dicta meterse en la boca el pene de su pareja. Tampoco necesita que un hombre le diga "ponte a cuatro patas" si a ella le gusta colocarse así y exponer a su macho su popa para que él la penetre desde atrás. Eso en el sexo vainilla, pero... ¿y en el BDSM?
Las prácticas del BDSM siempre han circulado por derroteros culturales distintos a los que lo ha hecho el sexo vainilla. Siempre han sido más libres y menos respetuosas con lo que culturalmente se ha considerado bien visto. Por eso el BDSM se ha vivido siempre de una manera más oculta y la idea de clandestinidad ha ido siempre asociada a su prácticas. Dentro del universo BDSM, los usos y costumbres sexuales más comunes y habituales entre la gente se han subvertido una y otra vez. Eso ha afectado también al rol que la mujer ha desempeñado dentro de él. Si en el sexo vainilla la mujer ha aparecido casi siempre como dependiente de los deseos del varón, en el BDSM ha gozado de más autonomía y poder. Ese poder, impensable por tradición fuera del universo BDSM, se hace especialmente patente en la práctica del FemDom.
Esta palabra proviene de la expresión anglófona "Female Dominance", es decir: Dominación Femenina. Con ella nos referimos a aquellas prácticas eróticas en las que la mujer (o una de las mujeres, en el caso de una relación lésbica) desempeña un rol claramente dominante.
Dentro de las prácticas BDSM, a la mujer que adquiere ese rol en una práctica de Dominación erótica se la llama Ama, Domina, Mistress o Dominatrix, y es, dentro de las prácticas eróticas, una especie de dictadora cuyas órdenes no pueden discutirse. El hombre que se presta a este tipo de relación erótica acepta ese liderazgo femenino y se presta a comportarse, dentro de ella, como un ser obediente y sumiso. Ese pacto es absolutamente necesario para que hablemos de una relación BDSM sana y tiene sus límites negociables/infranqueables. Serán los dos miembros del binomio (la parte Dominante -en este caso la Domina- y la parte sumisa) los que pacten esos límites y los que se comporten, dentro de la práctica, ateniéndose a ellos.
La femdom debe reunir, para ejercer como tal, una serie de características. La de sentirse poderosa y muy segura de sí misma son, sin duda, dos de esas características. Una Mistress no puede ser una mujer débil. La fortaleza (en especial mental) debe formar parte de su carácter. Debe ser una mujer a la que le guste ejercer de líder y no tenga miedo a la hora de hacerlo. Lógicamente, una mujer cargada de prejuicios (sobre todo de tipo sexual) no puede ser una buena Dominatrix ni es la persona ideal para ejercer ese rol en los juegos de Dominación Femenina. Después de todo, hay que tener siempre presente que el sexo dentro de las relaciones BDSM es muy distinto al sexo vainilla.
Más allá de estas características de fortaleza, para ejercer bien su rol en las relaciones Fem Dom, una Ama debe ser comprensiva y atenta para con su sumiso. El riesgo de sobrepasarse y perder el control siempre está ahí, y es la experiencia y la inteligencia quienes deben hacer que ese control no se pierda. Traspasar los límites pactados, por ejemplo, sería una de las formas de perder el control y de romper una de las reglas sagradas del BDSM.
Atesoradas todas estas características, la Mistress puede actuar como tal. La caracterización que cada Ama escoge a la hora de ejercer su papel es algo muy personal, pero lo más habitual es que esa caracterización se amolde a la estética que con los años ha imponiendo la práctica bedesemera. Así, lo más habitual es que la Domina, al practicar FemDom, use disfraces, máscaras y trajes de látex o cuero. También es bastante habitual que opte por utilizar medias de rejilla y calzado de tacón alto.
Para practicar la Dominación Erótica Femenina, la Domina recurre habitualmente a una serie de accesorios propios del universo BDSM. Entre dichos accesorios podemos destacar las paletas de spanking para practicar el azote erótico, las fustas y látigos, las esposas o las cuerdas de bondage para inmovilizar al sumiso.
Una vez vestida como mandan los cánones del BDSM y equipada con los accesorios adecuados, Domina y sumiso pueden comenzar a ejecutar las prácticas FemDom que hayan pactado. Entre las prácticas de Dominación Femenina más frecuentes podemos destacar las siguientes:
Junto a todas estas prácticas FemDom hay una especialmente significativa por lo que de cambio de roles implica. Dicha práctica es la del pegging, práctica que consiste en la penetración anal del sumiso por parte de la Domina. En este caso, la mujer se equipa con un arnés sujeto a la cintura que incluye un dildo exterior. Los arneses para practicar el pegging pueden ser muy variados. Algunos de ellos, además de estar diseñados para su finalidad principal (la penetración anal del hombre por parte de la mujer), incluyen un pequeño dildo interior destinado a garantizar la estimulación femenina durante la práctica del pegging. Este pequeño dildo serviría, en último caso, para llevar a la Domina al orgasmo mientras penetra el sumiso por el culo, lo que añadiría el placer corporal al placer mental que produce a la Mistress ejercer su Dominio sobre su sumiso
Este tipo de prácticas sexuales van ganando cada vez más adeptos y van atrayendo a caballeros que desean experimentar este tipo de sensaciones. Entre ellos abundan los ejecutivos y profesionales habituados a ejercer un rol dominante en sus relaciones laborales. Según muchos estudios, muchos de estos sumisos buscan en las prácticas FemDom el descargarse del estrés mental que genera el tener que actuar a diario como Dominantes. El hecho de que sean muchos los hombres que buscan experiencias eróticas de este tipo ha hecho que cada vez sean más las profesionales del placer que ofrecen entre sus servicios el de la Dominación Femenina. En cualquier directorio de escorts de prestigio puede encontrarse hoy un selecto ramillete de escorts para FemDom. Y para el que quiera probarlo, muchas de nuestras escorts lo ofrecen como servicio, en especial en Barcelona y Madrid.