Mobile Word Congress, Expohogar, Graphispag, EcoSalud, Barcelona Building Construmat, Automobile Barcelona, ITMA, Caravaning... Sin duda son muchas las ferias de muestras y congresos internacionales que se celebran en Barcelona. La temática de los mismos es muy variada: gastronomía, comunicación por móvil, inmobiliaria, construcción, turismo... Y lo mismo que sucede con Barcelona sucede con Madrid. IFEMA, la Feria de Muestras de Madrid, organiza cada año un sinfín de eventos, congresos, salones, etc. Citaremos solo unos cuantos: 1001 Bodas, Salón Look, SIMA, Empack, Vendibérica, Fitur...
La celebración de una feria de muestras, de un congreso o de un salón dedicado a una rama cualquiera de la industria o el comercio implica para una ciudad, siempre, una inyección importante de dinero y, por supuesto, la llegada de un sinfín de profesionales de distinto tipo a la misma.
Quienes vivimos en una de esas ciudades estamos acostumbrados a ver a muchas de esas personas que acuden a ese tipo de eventos con la finalidad de contemplar las últimas novedades del sector al que se dedican profesionalmente. Quienes vivimos en Barcelona, Madrid o en cualquier ciudad habituada a celebrar ferias de muestras tenemos la mirada entrenada y distinguimos sin mayor esfuerzo a estos profesionales. Deambulan por la calle, intentan orientarse por los pasillos del metro y consultan folletos y catálogos con ojos de insomnes mientras lucen, colgada del cuello, la tarjeta que les acredita como comerciales, conferenciantes, periodistas especializados, etc.
No es fácil la vida de quien acude, por obligaciones profesionales, a este tipo de eventos. Las ferias, en cierto modo, aturden y agotan. Son muchas las reuniones, son muchos los saludos, muchas las tarjetas, flyers o catálogos que se dan y se reciben, muchas las manos que se estrechan, muchas las palabras que se oyen, muchas las horas que uno debe mantenerse de pie, centrando los cinco sentidos en lo que a uno se le cuenta o se le muestra. Y todo eso, además, debe vivirse lejos de casa, lejos del refugio que siempre es, para una persona, su hogar. Y es que, como ya cantaba aquél, los hoteles, por elegantes o funcionales o postmodernos que sean, son tristes por naturaleza. Son fríos. Y, teniendo en cuenta todo esto, ¿merece una persona que ha estado trabajando tantas horas lejos de su hogar el pasar la noche a solas en un desangelado cuarto de hotel de una ciudad desconocida y, muy probablemente, muy lejana a la suya?.
Si somos medianamente humanos y conmiserativos (eso que ahora se llama ser empáticos), nuestra respuesta a la pregunta anterior solo puede ser negativa. Nadie merece esa frialdad tras un día de duro trabajo. Nadie que haya superado una jornada laboral de ese tipo merece ser premiado, al concluir ésta, con la medalla de la soledad. Por suerte para los profesionales que acuden a una feria de muestras, a un salón profesional o a un congreso sobre cualquier materia, siempre se debe tener presente algo que, quizás, por ignorancia, muchos de ellos obvian: y es que esos profesionales, esos agentes comerciales, esos conferenciantes, esos visitantes ocasionales de la feria en cuestión siempre tendrán un recurso al alcance de su mano para paliar la frialdad del cuarto de hotel y aliviar ese sentimiento de soledad que entre las cuatro paredes del mismo puede sobrevenirles.
Y es que esos profesionales, al acabar su jornada laboral, cuentan o pueden contar siempre (si ése es su deseo) con la ayuda de unos ángeles de la noche que, bellos y compasivos, sensuales y empáticos, podrán aliviar ese sentimiento de soledad y dar a ese cuarto de hotel todo el calor que necesita para convertirse, en verdad, en un hogar, en el lugar ideal en el que el guerrero, al fin, pueda descansar merecidamente mientras espera la llegada de un nuevo día.
Esos ángeles de la noche, salvadores e implicados, son las escorts, chicas de compañía que saben siempre lo que un hombre necesita para sentirse bien y aliviarse de todo su estrés. Esos ángeles de la noche, las call-girls de lujo, no solo saben cómo dar a un hombre, físicamente, lo que ese hombre necesita para sentir aliviada toda la tensión sexual que pueda llevar acumulada. Saben también, y es en eso en lo que esas acompañantes eróticas high-class destacan sobre cualquier otro tipo de trabajadora del sexo, dar un acompañamiento integral a su cliente. Y acompañamiento integral implica proporcionar una conversación amena y, al mismo tiempo, inteligente a ese cliente. La escort acompañará a ese profesional que ha acudido a una feria a cenar, al teatro, a cualquier lugar de ocio en el que él, al fin, pueda despojarse de la simbólica y pesada corbata de lo laboral para sumergirse en lo que, simplemente, es la Vida escrita con mayúscula.
Porque la vida, para recibir ese nombre y honrarlo como se merece, no puede fundamentarse única y exclusivamente en el ora et labora. "Laboremos", sí, porque es necesario hacerlo; pero combinemos ese labora con el carpe diem, es decir, con el "disfruta el momento". Hacerlo es fundamental para conseguir que la vida haga honor a su nombre. Si no fuera así, ¿en qué consistiría, si no, la vida? ¿qué la separaría de la falta de latidos que caracteriza a la muerte?.
Y es ahí, en la puesta en práctica del carpe diem, donde las escorts tienen mucho que decir. ¿Por qué? Porque ellas conocen mejor que nadie lo que es el gozar del momento, porque ellas son expertas en proporcionar a un hombre uno de esos instantes en los que la vista parece nublarse pero en el que los ojos de la mente comprueban hasta qué punto puede ser satisfactoria la vida e intenso el placer cuando éste se persigue entre los brazos de una de estas espectaculares y entregadas mujeres.
Bellas, sensuales, provocativas, carnales, lujuriosas, ardientes... las call-girls de lujo están especializadas en convertir cualquier rincón, incluso un desangelado cuarto de hotel, en un pequeño paraíso. Y es que las prostitutas de lujo, esos ángeles de la noche que la patrullan como solo los sueños pueden hacerlo, están dispuestas siempre a bajar bandera para convertir a cualquier hombre en el protagonista absoluto de la más tórrida aventura sexual que puedas imaginar.
Así que, ya lo sabes: si has venido a Barcelona o a Madrid por motivos de trabajo y, tras una dura jornada laboral, sientes sobre el ánimo un pesado malestar por tener que regresar al ambiente gélido e impersonal de tu hotel, rebélate, piensa en las ventajas físicas y anímicas del carpe diem y dale a la habitación en la que duermas ese toque humano y cálido que solo le puede proporcionar una guapa escort de lujo.
Teniendo entre tus brazos a una hermosa, inteligente y culta señorita de compañía, sintiendo en la yema de tus dedos el tacto suave y cálido de su piel, embriagándote con el elixir afrodisíaco de sus labios y balaceándote sobre el oleaje que marquen sus caderas cuando, desnudos, os entreguéis a los placeres del sexo, te sentirás como en casa. Es más: tendrás la sensación de, por fin, haber llegado a tu verdadero hogar, al que siempre soñaste como tuyo. O, dicho como corresponde a quien, tras muchas horas de trabajo, finaliza su odisea, tendrás la sensación de haber llegado a tu Ítaca soñada.