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Escorts GFE

Escorts GFE, las chicas que se convertirán en tu novia

Uno de los más exclusivos servicios que figura en el catálogo de servicios eróticos de una escort de lujo es el llamado servicio GFE, Girlfriend Experience o servicio de novia. Y es exclusivo en gran medida porque pocos como él consiguen convertir en realidad el que es, sin duda, uno de los grandes sueños de todo hombre: el poder gozar sin temor al futuro de la compañía de lo que podríamos llamar la novia perfecta.

Pero... ¿cómo es la novia perfecta? O, dicho de otro modo: ¿qué espera un hombre de una novia para poder decir de ella que es perfecta? Muchas cosas, sin lugar a dudas. Que sea tierna, por ejemplo. Y que derroche dulzura. Y que en cada uno de sus besos ponga el alma y que cada uno de esos besos sean para ese hombre que los recibe el maná que le eleve sobre él mismo y le haga creerse dios de un paraíso sin fronteras. Algo así es lo que todo hombre pide, para empezar, a la pareja soñada, a la novia de cuento de hadas, a la inmejorable compañera de vida y lecho.

La novia perfecta es la novia que luce siempre una sonrisa que le ilumina el rostro y que da luz, a su vez, a todo lo que la rodea. Esa compañera soñada es algo más que un oleaje de optimismo: es el optimismo hecho carne, la alegría de vivir rompiendo todas las costuras del alma e inundándolo todo con su energía, un virus felizmente contagioso que nos aleja del desencanto, el aburrimiento y la rutina con su simple presencia y su imbatible sonrisa.

La novia soñada escucha a su pareja y, si ha de llevarle la contraria, lo hace sin acritud. Con ella solo puede saltar la chispa del entendimiento, del típico, tópico y casi empalagoso mirar juntos en la misma dirección. Esa chispa y, claro, la chispa del deseo. Porque el deseo no puede faltar cuando se habla de relaciones de pareja. La chispa de éste, además, salta cuando se está con la novia perfecta a la mínima mirada, al más leve roce corporal, a la menor ocasión en que se está a sola, protegidos de las miradas ajenas y del ácido corrosivo de la envidia de quien ve a un hombre disfrutar de la compañía de la novia perfecta.

Y es que la novia ideal, la mujer que incendia los sueños de los hombres cuando éstos dejan que su imaginación sobrevuele los cielos del sexo, es, además de dulce y cariñosa, una mujer sin inhibiciones ni tabúes. La novia perfecta es una mujer que sabe que la maquinaria de la vida de pareja como mejor se engrasa es a base de besos y caricias y que nada une más a la misma que el orgasmo compartido y el sexo desbocado. Emprender juntos una maravillosa excursión hacia el éxtasis y dejarse llevar por las sendas que el deseo desee recorrer es el mejor pegamento para cohesionar a una pareja.

La novia ideal no necesita mercadear con su sexualidad (y mucho menos con su virginidad, ese valor del pasado) para atarnos a su lado. Al contrario, la novia perfecta entrega su sexualidad y nos hace partícipes de ella de buenas a primeras sabiendo que nadie podrá darnos lo que ella nos da. Y es que el sexo, en la pareja ideal, no debe ser concebido como moneda de cambio de nada. Se debe entregar porque sí: porque la felicidad consiste precisamente en darlo y recibirlo por el mero hecho de gozar. Por eso la novia perfecta no solo es cariñosa y simpática, dulce y alegre. Por eso, en la imaginación de los hombres, la novia perfecta es también una diosa del placer, una mujer que domina las más sofisticadas técnicas sexuales y que, además, en cuestiones de sexo, siempre tiene un objetivo prioritario: convertir en realidad nuestras más íntimas fantasías sexuales, hacer que nuestros sueños eróticos dejen de ser sueños para convertirse con el tiempo en recuerdos de irresistible poder afrodisíaco.

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Esto, más o menos, vendría a ser lo que todo hombre considera la novia ideal. La mujer soñada como pareja estaría adornada por todas las virtudes que hemos enumerado hasta ahora. Pero lo cierto es que hay sueños que, más que sueños, son utopías, fantasías de casi imposible realización, metas inalcanzables, ideales condenados al fracaso. Y este sueño de tener al lado a la novia ideal es, sin duda, una de esas utopías. ¿Por qué? Porque, ciertamente, parece imposible encontrar una novia así. La experiencia lo demuestra. No existen las novias perfectas del mismo modo que, ¿para qué vamos a disimularlo?, no existen los novios perfectos. Además: todo, incluso lo que más pueda acercarse a la perfección, acaba siendo afectado por el Tiempo y por su implacable discurrir.

Es difícil que una novia pueda mostrarse constante y eternamente simpática, dulce, empática y, además, sexualmente activa. Es difícil porque las preocupaciones, el estrés y los agobios del día a día hacen mella en todos y cada uno de nosotros. Y eso las relaciones lo acaban pagando. Múltiples factores del día a día, comandados por la rutina, acaban alejando a esas relaciones, a casi todas las relaciones, de lo que podría considerarse el ideal de lo perfecto. Por eso es importante saber valorar en su justa medida lo que una escort ofrece cuando propone entre sus servicios el ofrecer un exclusivo servicio GFE.

La acompañante de lujo que incluye entre sus servicios la Girlfriend Experience está ofreciendo a sus clientes el tratarlos como podría tratarlos una de esas novias perfectas que ha enturbiado el pensamiento y la imaginación de todo hombre heterosexual desde que éste empieza a sentir lo que los antiguos llamaban "el instinto de la especie" y que no es otra cosa que el despertar al sexo y a la vida adulta.

La escort que ofrece entre sus servicios el trato de novia, servicio GFE o Girlfriend Experience está poniendo en manos de su cliente el que éste alcance esa utopía de la que hablábamos anteriormente disfrutando, junto a una bella mujer, de la perfecta combinación de dulzura, simpatía, pasión, ternura y lujuria con la que, en su imaginación, el hombre ha adornado siempre a la novia perfecta.

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Gozar de un auténtico servicio GFE implica gozar de la compañía de una mujer que en todo momento y en todo lugar (en el cine, en una sesión de teatro, en un viaje, en una inauguración, en una cena de empresa, en cualquier tipo de evento...) va a aparecer ante los ojos de los demás no como una mujer contratada para la ocasión, sino como novia enamorada. Así será como verá toda persona que la contemple a esa acompañante de lujo que presta a su cliente un servicio GFE: como a la compañera cariñosa y dulce que se entiende a las mil maravillas con su pareja, que atiende sin descanso a su bienestar y que está deseando que llegue el momento de estar a solas para disfrutar de ese desenfreno erótico que acostumbra a caracterizar a toda pareja en sus inicios como tal.

La escort que ofrece un servicio GFE ofrece, así, lo impagable. Y es que el cliente que contrata los servicios de novia de una acompañante de lujo está contratando algo más que compañía y sexo de altísima intensidad y calidad. Ese cliente está contratando empatía y dulzura. Está contratando simpatía, atenciones y mimos. Está contratando cariño. Está contratando, en el fondo, la realización de una utopía. Y la realización de una utopía... ¿tiene precio?.

Normalmente son las escorts independientes que ofrecen este servicio y en España son muy fáciles de encontrar en ciudades de negocio como Barcelona y Madrid donde se estila por cierto mucho más el concepto de escort que en el resto del país.