Seguramente es la postura más famosa del Kamasutra. Tú me la chupas mientras yo te lo como. Hablamos del 69. El número en sí es muy ilustrativo. Si lo miramos con atención, comprobamos en él la posición que adoptan los cuerpos al practicar esta postura erótica. Mi cabeza entre tus piernas; la tuya entre las mías. Tus genitales en mi boca; los míos en la tuya.
El sesenta y nueve es esa postura erótica en la que los dos miembros de la pareja dan y reciben al mismo tiempo sexo oral. El 69 es el resultado de fusionar en un mismo acto sexual la felación y el cunnilingus. Y, como en la felación y el cunnilingus, hay una serie de principios que deben cumplirse para que la experiencia sexual sea absolutamente satisfactoria.
El principio fundamental a cumplir para que el 69 resulte una práctica sexual absolutamente gozosa y placentera es el de la higiene. La higiene corporal, que siempre se presupone, adquiere una relevancia especial cuando de lo que se trata es de comernos el coño de nuestra pareja mientras ella, al mismo tiempo, lame y relame nuestra polla. Exceptuando casos especiales, lo más habitual para un paladar es que encuentre desagradable el sentir algo que huele o que sabe mal. Y tanto el pene como la vagina segregan una serie de humores y líquidos que acaban por oler o saber mal. Así, si la higiene no es la adecuada, el sesenta y nueve se puede convertir en una experiencia sexual descorazonadora y poco motivante.
Otra cosa es cuando la higiene es la adecuada. Sentir cómo se nos deshace de placer en la boca una vagina mientras nuestro pene, endurecido y erecto, recibe los honores de la boca de nuestra pareja, es una experiencia única.
Los sibaritas del sexo recomiendan incluso cambiar la dieta para, de ese modo, suavizar el olor y el sabor de nuestras secreciones íntimas para, de ese modo, gozar más del sexo oral en general y del 69 en particular. Los dietistas del sexo recomiendan en este sentido incorporar a nuestra dieta frutas como la piña, la sandía o el kiwi, así como las ciruelas y los arándanos si lo que pretendemos es dar a nuestras secreciones un toque ligeramente dulce. Si lo hacemos, es muy probable que nuestra pareja, al lamer nuestra polla, tenga la sensación de estar lamiendo una piruleta. De carne, sí, y de venas hinchadas, pero dulce como una piruleta de feria.
Cuando se habla del 69 y se cantan sus virtudes se olvida que esta deliciosa práctica sexual puede presentar, también, una serie de inconvenientes.
Uno de esos inconvenientes, que solo conocen quienes lo han practicado, es que no siempre es sencillo dar y recibir placer al mismo tiempo. Para hacerlo, digamos que hay que desdoblar la atención. No es fácil pensar en cómo dar placer al coño que tenemos en la boca mientras, al mismo tiempo, nos arrebata el placer sentido al notar nuestra polla lamida o, quizás, sentimos que algo no va del todo a la medida de nuestro gusto por ahí abajo. Que si nos rozan los dientes, que si el ritmo de mamada es excesivamente lento o, por el contrario, excesivamente rápido... Sin duda, se requiere una cierta práctica en común para sacar el máximo rendimiento a una práctica erótica como esta. Lo más habitual, en todo caso, es que lo que comienza siendo un 69 acabe convertido en una felación y un cunnilungus concatenados, o viceversa. Es decir: primero acabamos una cosa y después, la otra.
Otro inconveniente del sesenta y nueve, destacado por muchos sexólogos, es que ésta es una postura erótica no demasiado apta para personas tímidas o que se sientan inseguras con su cuerpo. Con el 69 nos exponemos al máximo. Ponemos nuestros genitales a la altura de los ojos de nuestra pareja y tenemos los suyos a la altura de los nuestros. Y eso puede hacernos pensar más de la cuenta cuando de lo que se trata al practicar el 69 es, precisamente, de pensar lo menos posible y de saborear el festín. Pensar si nuestro pene le gusta visualmente o no, en lo correcto de su medida o en lo que debe experimentar nuestra pareja al tenerlo metido en la boca puede actuar de freno a la hora de disfrutar del sexo oral al unísono. Ella, por su parte, puede experimentar sentimientos y sensaciones similares. Vencer ese tipo de pensamientos e inseguridades es fundamental para gozar del 69.
Solventado el asunto de la higiene y vencidas las inseguridades que pueden actuar de barrera a nuestro acceso al gozo del sexo oral compartido y al unísono, el 69 presenta un incoveniente claro para todas las parejas que desean practicarlo: el del tamaño de cada uno de los miembros de la pareja. Lo que mida cada uno determinará en buena medida lo cómoda o no que resulte esta práctica sexual. Y es que cuando uno de los miembros de la pareja es mucho más alto que el otro, la postura idónea para practicar el 69 no es tan fácil de adoptar como cuando los dos miembros de la pareja tienen una altura similar.
Las escorts o putas de lujo son unas expertas en el 69. Practicamente todas, por no decir todas, ofrecen esta práctica sexual y disfrutan de ello si se lo sabes hacer bien. El redactor es testigo de ello. En una ocasión contraté una escort brasileña de color, maciza, con unas tetazas y una piel tan negra como suave. Era una chica tranquila y educada, no muy habladora. Cuando estuvimos desnudos en la cama y yo me encontraba tumbado, lo primero que hizo es girarse sobre mi, ponerse encima y meterme su coño frente a mi boca. Entendí el mensaje y como me gusta chupar coños, empecé la labor. Ella por su lado me la empezó a chupar suavemente, sin preservativo. Mi pene es de un buen tamaño y muy pulido, bastante presenciable por decirlo de alguna manera. Nos estábamos chupando mutuamente con tranquilidad, se notaba que los dos eramos amantes sin estridencias. Y yo soy mucho de jugar con la lengua y hacer absorciones, experimentar con el coño pues cada coño es muy diferente y se le excita de diferente manera. Y note que ella de vez en cuando paraba de chupármela y levantaba la cabeza mientras exhalaba (sin muchas estridencias, tal como era ella). Estuvimos un buen rato así, era como un momento zen, de total relax. Luego me la folle una vez y en el descanso para el segundo asalto, nos acostamos como si fuéramos una pareja de enamorados. Entonces ella me explicó que se había corrido dos veces mientras se lo chupaba, que no pudo evitarlo del placer que le había dado. Y me sentí orgulloso de ello, uno se siente bien por dar placer también. Me la volví a follar de nuevo y allí acabó nuestra pequeña historia de amor.